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miércoles, 14 de octubre de 2009
El Camino de Santiago
zapatero ya tiene su foto para el álbum familiar en el que también pegará Sonsoles las fotos góticas. Esta vez nadie pedirá la retirada de la instantánea en nombre de la protección al menor, aunque también fuera un viaje oficial. Zapatero pudo entrar por fin en la Casa Blanca, casi 6 años después de su llegada a Moncloa. No es que la diplomacia española permaneciera sentada todo este tiempo; sentada como ZP al paso de la bandera de Estados Unidos en otro memorable desfile militar de la Fiesta Nacional. Va a ser que este tipo de desfiles no le sientan nada bien al presidente, siempre prendido del abucheo y las peticiones de dimisión cada 12-O porque los ‘más fachas’ de este país no tienen otra cosa que hacer el día de la Hispanidad. Utilizo la peyorativa palabra ‘fachas’ que no me gusta nada como la de ‘rojos’ de la memoria, por emplear la retórica sectaria del descrédito y la preservación planetaria del talante que acuñan los mismos que se ensañan con lo de la «derecha extrema, el cordón sanitario o el pacto del Tinell». Así que el ‘rito’ de los silbidos, que dice Zapatero, ya son un clásico que no suena porque se ignora en el mundo sordo del poder. Los ecos no llegaron a la Casa Blanca, porque allí un mundo ideal de paz e inmaculado premio Nobel salpicó la escena de armoniosa virtud progre. Zapatero está feliz porque se aproxima, insonorizado, a su estrellato con la presidencia europea de España. Y baña en el contagio sideral de Obama y su gira por Oriente Medio las penas nacionales de la crisis, el paro, el déficit, el Faisán y el fracaso de la nefasta negociación con ETA con la que le podía haber arrebatado el Nobel prematuro al santo Obama. Cuando todo esto pase, esta legislatura de vértigo y caída libre digo, Zapatero debe llamar a Costa para pedirle consejo sobre el camino de Santiago. El presidente, que lo es por mérito propio, puede reencontrarse con la paz aunque no tenga el premio de la Academia sueca. Me refiero a la paz espiritual del gobernante incomprendido, la paz del alma que no concilia el sueño del acierto contra la crisis, la paz personal verdadera que ni el CIS resucita por más que Obama consuele en su blanca casa a nuestro líder. Y mientras Zapatero se recrea en el Washington infinito del imperialismo americano, Ricardo Costa afrontó su calvario desde la conciencia tranquila que encontró en el Santo Apóstol. Santiago, sin caballo blanco, le llevó por praderas de nebulosa Gürtel como quien lleva la inocencia de la virginidad escrita en el corazón. Ni el cochazo Infinity ni el peluco carero van a servir para cargarle el muerto a Richie Costa. Hasta perdió su sobrado pijerío en el camino de Santiago, como si le hubiera tocado la conciencia del entender el sacrificio de su persona política y jurídica. Cuando lo del Gürtel termine, que calculo yo que será con las próximas elecciones generales, veo que hasta Rajoy le puede recomendar a Zapatero un par de paradas peregrinas en el trayecto que va de León a Compostela.
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