A principios del siglo IX, en el año 813, un ermitaño llamado Pelayo vio de noche a una estrella que brillaba grandemente sobre una colina rocosa, llamada el monte Libredón, próxima al río Sar. Se lo cuenta a los demás ermitaños y pastores que perciben lo mismo. Se aproximan y oyen una música lejana misteriosa como de ángeles. Se lo comunican a Teodoro, obispo de Iria-Flavia, quien les manifiesta que allí está la mano de Dios.
Visitan dicho lugar, desbrozan la maleza y encuentran una pequeña tumba, donde hallan tres cadáveres que atribuyen al apóstol Santiago, el Mayor, y a sus dos discípulos, Teodoro y Atanasio. Llaman a este lugar “Campus Stellae”, (Campo de
El hallazgo de las reliquias del apóstol Santiago produjo una enorme alegría y una gran esperanza en toda Cristiandad infundiendo una gran fuerza y poder a los cristianos contra la invasión islámica. El rey Alfonso II, el Casto, comunica dicha noticia al papa León III y al emperador Carlomagno, y manda levantar tres iglesias dotándolas convenientemente.
Una Iglesia en honor del apóstol Santiago para recoger su tumba y darle culto, y otras dos, al Norte, en honor de san Juan Bautista para baptisterio, y al Este, en honor del Salvador (
Teodomiro, obispo de Iria, muere en 830. Le sucede el obispo Adulfo, quien recibe diversas donaciones y consideraciones de los reyes, Alfonso II el Casto y Ramiro I. En 844, tiene lugar la famosa batalla de Clavijo donde, según la tradición jacobea interviene el apóstol Santiago montado en caballo blanco y vence a los sarracenos. El obispo Adulfo I fallece en 850, y le sucede en el obispado de Iria Adulfo II, abad del monasterio de Antealtares.
En 858, los normandos desembarcan en la ría de Arosa. Se apoderan de cuanto encuentran y amenazan matar a sus habitantes si no les pagan un tributo, pero los vencen dándoles muerte. El rey Ordoño I viendo la situación en que había quedado Iria, destruida y arruinada, y ante el temor de nuevas invasiones normandas, de acuerdo con el prelado Adulfo II y notables del lugar, pide al papa Nicolás I traslade la sede Iria y a su clero a Compostela. Dicho Papa accede a dicha petición real bajo las condiciones de que la diócesis se llame Iria-Compostela, siendo la sede principal Compostela y la secundaria Iria y se dote convenientemente el sustento y decoro de su clero.
El rey Ordoño I fallece el 27 de mayo del 866, sucediéndole su hijo, Alfonso III, el Magno, quien confirma todas las donaciones y gracias reales dadas por sus antepasados a
El rey aconsejado maliciosamente somete a dicho prelado “al juicio de Dios” exponiéndole a un toro bravo azuzado por los ladridos de perros encarnizados, bajo la condición de que si el toro le embiste es culpable y si no, es inocente. Pero el toro no sólo no le embiste, si no que se acerca manso y humilde al obispo. En vista de ello, el rey Alfonso III, el Magno, lo declara inocente.
El obispo Adulfo II renuncia al obispado y se retira a lugar solitario de Asturias, de donde era oriundo. El rey castiga severamente a todos los cómplices de semejante infamia, reduciéndoles a ellos y sus descendientes al estado de servidumbre, y nombra administrador de la diócesis a Sisnando I, sobrino suyo, quien a la muerte de Adulfo II, acaecida en 876, trae sus restos mortales a Compostela y les da honrada sepultura.
Desde los primeros siglos del Cristianismo los sepulcros y las tumbas de los mártires cristianos eran lugares de peregrinación y de culto de los fieles. Pues bien, conocida la noticia en Europa de que la tumba del apóstol Santiago se encuentra en Compostela, los monjes y laicos de
El hallazgo de la tumba del Apóstol Santiago en la primera mitad del siglo IX origina en toda
No hay comentarios:
Publicar un comentario