Es la octava vez que hago el Camino de Santiago y será posiblemente la última», asegura José Luis Lago, de Tarragona. «Ya estoy algo cansado de cargar con mi compañera», añade. Quien lo escuche pensará que lleva a su lado a alguien del sexo femenino con la que ha discutido y está enfadado. Pero no. Lago habla de su impresionante y llamativa bicicleta. Pese a no ser muy voluptuosa, sí es exuberante a más no poder y por eso la van fotografiando allá por donde pasa. Si lo normal para un vehículo de este tipo son los tres kilos, más o menos, la suya pesa unos 50. No ha engordado por engullir la buena comida del Camino sino debido a los numerosos objetos que su dueño le ha puesto encima. Tal y como está, semeja ser una bicicleta vestida de motocicleta, algo así como un híbrido, «pero realmente no tiene motor», especifica José Luis. Banderas, carteras de cuero, el 46 de Valentino Rossi al frente, luces por todos los lados, muñecos y un largo etcétera. No es tunear, es afición.
Va sobre ella cuando puede y la empuja cuando lo ha de hacer, lo mínimo si se tiene en cuenta que este velocípedo ha sostenido al tarraconense durante sus viajes a Santiago en los años 1996, 1997, 1998, 1999, 2000, 2001, 2004 y 2010, siete de ellos desde Roncesvalles y este último desde su casa. Lago tiene 43 primaveras y hace el Camino «por enriquecimiento interior, por ser algo diferente a la vida real». Lo de la decoración de la bicicleta le viene de pequeño. Su particular compañera llegó a sus manos en 1994 y la preparó al año siguiente. La considera una especie de amuleto y en ella hay sitio también para su «santuario particular»: imágenes de Jesús, la Virgen María, un rosario, Santiago Apóstol... Forma ya parte de su personalidad y no duda en afirmar que la quiere mucho por haberle dado algunos de los mejores años de su vida. Como peregrino, sin duda alguna.
Los dos lo viven por igual
Por O Cebreiro han pasado algunos caminantes que llevan de acompañantes, por ejemplo, a sus animales, para los que incluso sellan una credencial particular. En el caso de esta bicicleta no es del todo así, pero José Luis afirma que no solo él esta haciendo el Camino, sino también «ella». Pero, como en todo, los años van pasando y ahora tiene previsto colgarla. Como trofeo, como recuerdo presente de lo vivido. «Estoy muy orgulloso de mi bici», admite. El Camino hecho de esta manera, dice, no se puede explicar, pero tiene clara una cosa: «Cuando vuelves a la vida cotidiana, te das cuenta de lo que has dejado». Tanto es así que, ahora que José Luis colgará los hábitos de la peregrinación, tiene previsto dejar su ciudad y, si puede ser, mudarse «a un pueblecito con paso de peregrinos». Se plantea también el trabajar una temporada como voluntario.
Este año llegará « algo vacío»
La suya es experiencia en el Camino y, este año, por todo un poco, llegará algo vacío emocionalmente. «A las cosas se les puede dar una publicidad, pero siempre respetando unos principios», reflexiona. A lo largo de su trayecto ha visto, más que peregrinos, turistas y excursionistas y opina que, a su llegada a Santiago, casi se les da más preferencia a estos últimos. No concibe hacer el Camino sin peso ni motivación, así que, de momento y a partir de ahora, él y su compañera se quedarán en casa. wwwjoyasdelperegrino.com
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