Pasa las noches casi al raso pese al frío, acompañado por sus tres inseparables amigos, sus burros. La noche del miércoles al jueves lo hizo cerca del viejo puente del ferrocarril de Capiscol, en el Soto. 'Burrín', 'Burriña' y 'Burrito' llama François Coutarel a sus tres inseparables amigos. Él es francés, de la zona de los Alpes, y está acostumbrado a la nieve y el frío. Quizá por ello ha elegido el mes de febrero para realizar su peregrinación a Compostela.
Y lo hace como los viejos peregrinos medievales. Con lo puesto, con sus animales y con la convicción de encontrar la serenidad, la paz interior y el contacto con la naturaleza más salvaje y al mismo tiempo tan cercana al hombre. Hace unos años le proporcionaron un burrito que desde entonces le acompaña en su caminar.
Este peregrino tan singular vive desde hace seis años en La Rioja, pero su intención es cambiar de vida "y a la vuelta del Camino" quedarse en la comarca leonesa de La Cabrera, "en Losadilla", y montar allí su campamento permanente.
"Tengo un amigo allí que es nieto de un habitante de ese pueblo que está abandonado". Tienen la intención de montar algo allí. Un deseo que persiguen ambos amigos desde que hace siete años llegaron a España. Quieren recuperar el "modelo de granja no intensiva", como las familias "de antes, con gallinas, ovejas, burros " Unas tierras que "llevan 30 años sin estar trabajadas", pero que tienen la ilusión de hacerlas fértiles. El deseo es "hacer algo" que les permita ganarse la vida, "recuperar la aldea despoblada y recuperar los modos de trabajo antiguos". François completará el trayecto hasta Compostela, pero tiene la intención de dejar a dos de sus amigos en Losadilla y llegar a la plaza del Obradoiro con el burro mediano. Luego volverá sobre sus pasos hasta la aldea leonesa para cumplir el sueño que le trae a Castilla y León.
"Ellos marcan el ritmo y yo marco las pausas", dice el singular peregrino, al revés que como lo inició. Partió de Medrano, en La Rioja el pasado día 11 y tiene otras tres semanas por delante para llegar a su punto de destino, siguiendo el camino de las estrellas, esa Vía Láctea que marca el ir y venir de los romeros de Compostela. Prefiere el invierno para hacer el Camino de Santiago porque "se va más tranquilo". Y en cuanto al Camino: "Los burros resultan siempre una buena tarjeta de visita en cualquier sitio".
Andar con los animales tiene un problema añadido, porque muchos de los albergues no tienen cuadras donde dejarlos. Por eso François debe parar en aquellos lugares en los que encontrar cobijo, más que para él, para sus burros. "En muchos pueblos encuentro cuadra y un fardo de paja para los animales, que con eso comen de sobra", explicó.
Burgos, Tardajos, Rabé, Hornillos, Sambol, Hontanas, San Antón, Castrojeriz, Alto de Mostelares e Itero del Castillo. Eso le queda en Burgos. Si se lo encuentran por ahí, sean generosos. Nadie que se pone en Camino es mala persona y menos si va acompañado por sus animales. Si no puede hacer más, dígale, ¡Ultreia, buen camino, amigo!
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