domingo, 6 de junio de 2010

El Camino no es un maraton

No es justo. El Camino de Santiago no se puede hacer a modo de carrera para ver quién llega antes, sea como sea», manifestaba hace unos días una peregrina a su llegada a O Cebreiro. «Hay que hacerlo con un sentimiento especial, con un motivo concreto, sino no tiene sentido», añadía otra. Lo decían algo indignadas porque esa noche, en principio, no tenían un techo bajo el que dormir. «Hay mucha picaresca. Algunos, para coger sitio en el albergue, hacen tramos en coches de apoyo, incluso en taxi». Sus palabras son confirmadas de vez en cuando por otros testimonios: «Hay peregrinos que no viven el Camino, sino que están en una competición».

A la una de la tarde, como todos los albergues públicos gestionados por la Xunta de Galicia, abre también el de O Cebreiro. A esa hora, la fila de caminantes que esperan para coger sitio es ya de impresión. Incluso sobre las once y media de la mañana, ya hay quien hace guardia después de haber pasado por la iglesia para sellar su credencial.

Eso implica que, o han andado a velocidad de rayo, o no han andado del todo o, simplemente, se han levantado cuando todavía no había salido el sol. «A veces, estamos en los albergues y algunos salen ya a caminar sobre las cinco y pico de la madrugada», explica un peregrino. Los que parten más tarde entienden que no por ese motivo pueden ser criticados los primeros («cada uno se levanta cuando quiere»), pero no todos aceptan que muchos peregrinos hagan el Camino sin su mochila. «Se supone que vas con un peso, que es el tuyo propio, el que llevas en tu interior y el porqué de que seas peregrino, pero muchos se deshacen de ellas, las mandan en taxi, para así poder andar más rápido y acabar antes».

Sin tiempo para la reflexión

Con la duda en el cuerpo de si llegarán a tiempo o no para dormir a cubierto en el albergue o en los hostales, apurando el paso y condicionados muchos también por los días de vacaciones, es casi imposible, dicen otros, llegar a Compostela de la manera en que conviene peregrinar, es decir, dedicándole un tiempo a la reflexión con uno mismo. Se señala que la meta es el Apóstol, pero nunca en el sentido de que haya que llegar a él en un tiempo récord.

Al lado de los que así lo viven, por otra parte, hay caminantes que sí optan por abandonar el estrés de la vida diaria y vivir la aventura: «Yo disfruto lo que me va deparando cada día. Ando a mi ritmo, busco en mi interior y cuando llego a un sitio, me adapto a lo que quede», explicaba otra peregrina. Aunque eso conlleve, en muchos casos, salir casi que peor parados www.joyasdelperegrino.com

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